El Minsalud reconoce que no había consenso para aprobar el proyecto ordinario y dice que no se requiere una gran reforma, sino cambios graduales.
Consciente del poco consenso que existe para sacar adelante la iniciativa gubernamental que busca reformar el sector salud, el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, afirma que el 80 por ciento de la tarea ya se hizo y que solo quedan dos aspectos por resolver: el control de los recursos y de la información del sistema, y un fondo que solucione la crisis financiera del sector salud.
Consciente del poco consenso que existe para sacar adelante la iniciativa gubernamental que busca reformar el sector salud, el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, afirma que el 80 por ciento de la tarea ya se hizo y que solo quedan dos aspectos por resolver: el control de los recursos y de la información del sistema, y un fondo que solucione la crisis financiera del sector salud.
En ese sentido, Gaviria explica que con el Ministerio de Hacienda se están buscando vías administrativas para solucionar los vacíos en estos puntos, tras el fallido trámite de la ley ordinaria.
El funcionario habló con EL TIEMPO luego de que el proyecto de ley ordinario que buscaba reformar el sistema se hundiera en el Congreso por falta de tiempo.
Ministro, ¿por qué no hubo ley ordinaria?
Es evidente que no existían consensos alrededor de los temas polémicos de la reforma, como la integración vertical y las nuevas características de las EPS. Además, la coyuntura política actual dificultaba el proceso. Pero quiero ser claro: el Gobierno y todo el sector estábamos a la espera del pronunciamiento de la Corte Constitucional con respecto a la Ley Estatutaria, que iba a coincidir con el trámite de la ordinaria, y la intención de este gobierno no era tramitar una ley de manera atropellada.
¿Es verdad que la ley se cayó por presiones de algunos sectores?
No voy a discutir si eso es cierto o no, pero lo que sí es cierto es que algunos actores querían una ley hecha a su medida y otros no querían ley. La iniciativa quedó atrapada en una puja de intereses que fue rebosada por los tiempos legislativos.
¿Entonces no habrá reforma?
Presentar la reforma co-mo un acto final y definitivo es un error y es una conclusión a la que yo llegué a través de este proceso. Es mejor tener un proceso continuo, gradual y permanente de mejoramiento acorde con las necesidades, los problemas emergentes y la evolución del sector. Las grandes reformas desvían la discusión hacia una arena ideológica que aviva los intereses y dificulta los resultados. Pensando en eso, sí hubo cambios.
¿Qué cambios hubo?
En el último año, por ejemplo, actualizamos el plan de beneficios, se consolidó el control de precios de los medicamentos, se pusieron en práctica la portabilidad nacional del aseguramiento y la compra de cartera. También se generaron guías de práctica clínica, se publicó el plan decenal de salud pública y se consolidaron los giros directos a clínicas y hospitales.
En los próximos meses vamos a redefinir las reglas de afiliación de los ciudadanos y las bases para la génesis de un nuevo modelo de atención para áreas dispersas y rurales. Estas medidas, más la aprobación de la Ley Estatutaria, completan el 80 por ciento de las tareas propuestas en materia de reforma.
¿Qué responsabilidad le cabe a usted en que se haya caído el proyecto de reforma?
Con lo anterior le demuestro que sí hemos reformado el sector. Esta administración ya ha aprobado tres reformas: la Ley 1438, la Ley 1608 y la Ley Estatutaria.
¿Todavía tiene sentido tramitar una ley ordinaria?
Es necesaria porque hay dos tareas puntuales: una, tener un control claro de los recursos y la información del sistema (lo que queríamos hacer con Salud Mía); y dos, crear un fondo de garantías para el sector salud que acabe de solucionar la crisis financiera y así responder a la inquietante pregunta de qué hacer con las deudas de las EPS que se liquidan, entre otras cosas. Son cambios puntuales que se deben realizar, y no caer en la espiral sin fin de la reforma, que es un camino más difícil. Mientras tanto, seguiremos buscando la manera, en conjunto con el Ministerio de Hacienda, de encontrar vías administrativas para solucionar los vacíos que nos presentan estos dos puntos.
¿Usted está en el 80 por ciento de su gestión?
En todos los sistemas de salud del mundo las expectativas de la gente desbordan a veces las capacidades de los gobiernos, Estados y finanzas, y eso nos obliga a ser modestos con los resultados. Siempre estaremos en deuda, pero nos sentimos tranquilos y orgullosos por lo logrado hasta el momento.
¿Qué opina de la Ley Estatutaria?
Tenemos entre todos una gran tarea pedagógica para entender y dimensionar sus alcances, y un compromiso para desarrollar sus principios. Nos estamos tomando en serio la Ley Estatutaria; para la muestra, ya tenemos un decreto que permite que todos los jóvenes entre los 18 y los 25 años de edad sean beneficiarios de sus padres, y no solo aquellos que estudian y dependen económicamente de ellos, entendiendo la salud como un derecho fundamental. Y el decreto que fija las nuevas reglas de afiliación tiene también ese marco.
“El proyecto de ley quedó atrapado en una puja de intereses.”
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