Las “empresas del diente”

Por José María Arano * - April 30, 2019
Tomado de Revista Dental Tribune
El fundador y director de la Clínica Arano de Barcelona critica la mercantilización de la Odontología en instituciones que, en teoría, deberían estar dedicadas formar a profesionales que deben contribuir al bienestar y desarrollo de las personas.

CAUSA & CONSECUENCIA 
Queridos amigos y compañeros, esta columna mensual de opinión por mi firmada responde a la petición, no sé aún si acertada o no, de nuestro querido director Javier de Pisón. Vaya por delante mi gratitud por esa confianza y mi compromiso con todos los lectores de Dental Tribune.

En lo que a nuestra profesión se refiere, cada año que pasa, significa también, que ya somos más, que más compañeros han salido al mercado laboral, procedentes de las múltiples y quizás ya excesivas universidades, en la mayoría privadas, que ven en la odontología y en la demanda en su formación, un seguro "completo" de sus aulas con el consiguiente lucro que conlleva.

La universidad ha adoptado una nueva mentalidad empresarial que en teoría jamás debería haber entrado en instituciones destinadas desde su origen a cuestiones tan importantes como es formar a profesionales que, con su saber, su ciencia y su trabajo, deben contribuir al bienestar y al desarrollo de las personas en su concepto global.

“Ante tanta demanda, surgen ‘negocios' universitarios o académicos, las aulas se llenan, sus alumnos de pago salen a la calle y se encuentran que la sociedad no puede dar trabajo a todos".

Pero cuando algo se convierte en negocio, es porque los ingresos superan a los gastos, y en el tema que nos atañe, además de eso, es porque hay demanda, y ahí es donde se impone otra reflexión. ¿Por qué hay demanda? ¿Por qué hay tanta demanda, como para que la enseñanza de una profesión se convierta en negocio? ¿Alguien no lo sabe?

Los dentistas no tenemos apenas responsabilidades, es un trabajo fácil, y sobre todo se gana mucho dinero. Y eso no lo digo yo, ¡por favor! Esa es la fama que quizás nos hemos ganado a pulso y esa fama es la que ha generado el principio del final de nuestra querida profesión.

Cualquier padre que quiere lo mejor para su hijo basándose en esa fama y ahora que se puede acceder sin estudiar los seis largos años previos de medicina (escribo desde España), va a aconsejar a su hijo/a que valore la opción de estudiar odontología, que es fácil y va a ganar mucho dinero. Solo es cuestión de un esfuerzo inicial para pagar la universidad, pero es un gasto que luego seguro que se recupera, es un negocio también. Al fin y al cabo, todo se basa en el negocio, en ganar dinero. "Si no te gusta mucho ahora, ya te gustará". Lo importante es tu futuro económico y si acabas siendo dentista, eso está hecho, no hay dudas. ¿O no?

Pues ya no, ya no es así. Ante tanta demanda universitaria y por ende tanta oferta laboral, surgen “negocios” universitarios o académicos por toda España, las aulas se llenan, sus alumnos de pago salen a la calle y ¿qué se encuentran? Pues que hay tantos cientos de colegas que la sociedad no puede dar trabajo a todos.

No debemos olvidar que la última palabra la tienen los usuarios, los pacientes, y que gracias o por culpa de la nueva carrera de odontología, uno se puede encontrar con el título de odontólogo con solo 23/24 años. O lo que es lo mismo, con 23 años y con un flamante título bajo el brazo, en teoría, se debería poder montar consulta para ejercer la recién titulación alcanzada; pero algo no va bien, "esto no es lo que me habían dicho".

La administración solo me pone obstáculos para montar mi despacho, me obliga a unos mínimos que sin pacientes o lo que es lo mismo, sin ingresos, resulta totalmente imposible. Los pacientes me ven muy joven y además realmente no tengo ninguna experiencia. ¿Qué puedo hacer? Pues trabajar en la clínica de otro compañero de más edad ya con pacientes, o trabajar en algún centro dental de algún empresario. ¡Otro negocio! que, gracias a un nuevo y degradante enfoque de la profesión ha conseguido un volumen de pacientes que le permite contratar a esos recién licenciados por un salario totalmente indigno para un profesional que debe llevar sobre sus espaldas una gran responsabilidad, aunque hace un tiempo le dijeron que no había.

Podría seguir relatando en esta reflexión lo que considero es la cadena que ha llevado a la situación actual de la profesión. Mutuas o aseguradoras con sus propios centros o con minutas vergonzosas para sus facultativos, franquicias, en definitiva “empresas del diente”, negocio dental, que sin olvidar a las universidades, todos son causa y consecuencia a la vez.

A pesar de todo, yo estudié medicina para ser dentista y lo conseguí gracias a una universidad privada.

* El Profesor Doctor José Mª Arano es médico, odontólogo y Presidente Nacional Ejecutivo para España de AIOI. info@clinica-arano.com

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