Crónica de una muerte anunciada

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Por: JUAN GUILLERMO ORTIZ M. |
9:41 p.m. | 26 de Mayo del 2013

Nada más parecido al realismo mágico, donde los absurdos, los atropellos, las carencias en la atención muestran el diagnóstico de un sistema de salud no gestionado con eficiencia.

Cuando en 1993 se promulgó la famosa Ley 100, se logró romper el paradigma de que la mayoría de colombianos debían asistir a los entonces llamados ‘hospitales de caridad’ y que se había encontrado una piedra filosofal para el manejo de la salud donde sus principios auguraban éxito basados en la nueva carta constitucional: eficiencia, universalidad, integralidad, unidad y participación (1). Colombia pasó de un porcentaje de cobertura en aseguramiento inferior al 40 por ciento antes de la Ley 100 a tener en el 2012 alrededor del 92 por ciento (2).

La estructura del sistema hace que la puerta de entrada de cualquier paciente termine siendo la de los servicios de urgencias, lo que hace que se genere una inmanejable congestión de pacientes, y que demuestra cómo la infraestructura de salud en Colombia no creció de la mano como lo hizo el aseguramiento.

Según las estadísticas publicadas por el Banco Mundial, Colombia es de los países con menos camas por 1.000 habitantes en la región, y esto es evidente para quienes hoy como pacientes requieren una cama hospitalaria. Nos encontramos por debajo de Venezuela, Ecuador, Chile, Argentina, y ni hablar si nos comparamos con Europa o América del Norte. Nuestro indicador es de 1,4/1.000 habitantes (3).

La mayoría de proyectos en la infraestructura hospitalaria han sido a expensas de la inversión privada y no del sector público, que, además de no crecer, se ha dedicado a cerrar hospitales “ineficientes”, que lo que ha hecho es agudizar este grave problema.

Hoy, el sector privado se encuentra con la mayor cartera que el Estado le adeuda a través de las EPS del régimen subsidiado y contributivo, que a octubre del 2012 llegaba a los 4,5 billones de pesos (4). Esto hace presagiar que la libertad de empresa está siendo amenazada en Colombia, que nadie más estaría interesado en invertir en salud en el país, pues el apoyo es ausente y todas las medidas en búsqueda de contrarrestar la corrupción después de 20 años de abandono por parte del Estado en la salud están dirigidas a golpear a muchos colombianos como pacientes y como jugadores del sistema.

¿Cómo está la calidad de los hospitales en el país? Hoy únicamente está acreditado en calidad en el sistema único en salud el 0,1 por ciento de todas las IPS registradas en el Ministerio de Salud, las cuales no tienen ningún incentivo por el esfuerzo de ser mejores (5).

Pero quienes han tenido que peregrinar por el sistema hospitalario en los últimos meses se han dado cuenta de que nada más parecido al realismo mágico de nuestro premio Nobel, y donde los absurdos de la lógica humana, los atropellos, las carencias en la atención muestran el diagnóstico de un sistema de salud no gestionado con eficiencia, sin armonía y que, por este distanciamiento en las últimas dos décadas de parte de los gobiernos de turno, hoy estamos viviendo uno de los más grandes escollos para alcanzar la verdadera paz en Colombia. Por esto, lo que estamos viendo es la crónica de una muerte anunciada. La reforma de la salud debe ser poesía de los legisladores, pero realidad eficiente para lograr en el futuro la mejor calidad de vida de los colombianos. Esperemos que los legisladores, y sobre todo el Gobierno, piensen con urgencia en el aquí y el ahora y solucionen el flujo de recursos del sistema y hacia el futuro puedan elaborar una reforma visionaria en favor de tantos colombianos que estamos esperando.

Juan Guillermo Ortiz M.
Director General
Clínica Universidad de la Sabana

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